Melchor F. ha vuelto a su casa tras haberse fugado con el
butanero Rafael S. después de confundirlo con una stripper. Al parecer, todo
empezó cuando Rafael acudió a casa de Melchor para entregarle una bombona.
Rafael, según declaró a este periódico, se extrañó desde un principio de la
actitud de Melchor: “Me llamó guapa en varias ocasiones, se empeñaba en meterme
billetes de 5 euros en el mono mientras no paraba de decir que el tanga que
llevaba era demasiado grande y me piropeaba picaronamente sin tregua”.
El butanero no le dio importancia al asunto y atribuyó que
lo confundieran con una stripper a la ola de calor que sacude nuestra ciudad.
“Estamos pasando más calor que en el rodaje de "Los teletubbies se ponen
la faja Vulkan en Écija en Agosto" y eso seguramente ha desorientado a
este señor. Un calor así puede freírle el cerebro a cualquiera”, confirmó a
nuestro periódico Pedro E., el famoso meteorólogo.
A pesar de sus reticencias iniciales, el butanero
finalmente accedió a fugarse con Melchor F. “Por educación más que nada”,
confesó, aunque también influyó el hecho de que le prometiera que lo iba a
retirar. “Este trabajo es muy duro y si este señor estaba dispuesto a llevarme
a vivir a una ciudad con playa a gastos pagados, era un hecho a tener en cuenta.
Yo he venido al mundo a hacer el bien”, apostilló.
Mientras tanto su familia vivía horas de angustia y en la Facultad
donde Melchor cursa 5º de arquitectura, se le echaba de menos. Marina C.,
compañera de clase, comentó que Melchor era un estudiante atípico: “Se estresaba
mucho con los exámenes y llegaba incluso a sufrir una ceguera nerviosa que le
duraba hasta que se acababan. Al principio pensábamos que era un gran admirador
de Norman Foster y Frank O. Gehry, hasta que descubrimos que lo que le pasaba
era que proyectaba sus edificios a ciegas”.
Esther R., vecina de Melchor ha confirmado este extremo:
“Lo peor de todo es que se niega a admitir que sufre ataques de ceguera
nerviosa y actúa como si viera perfectamente. Raro es el día en que no se mete
en nuestra casa por error, atropella algún vecino con el coche o se cae por las escaleras. Siempre recurre a
la misma excusa. Nos dice “Me he liao, me he liao”, como en el chiste y se va
tan ancho, aunque todos conocemos su problema y lo tratamos con respeto”.
La pesadilla
de la familia de Melchor terminó el martes pasado, coincidiendo con el fin de
la temporada de exámenes en la Facultad. Ese día Melchor echó al butanero a la calle del
piso de Matalascañas donde se habían instalado y volvió a su casa. “Empezó a
gritarme y a preguntarme donde estaba la stripper y quién era yo.
Le dije que no sabía de lo que estaba hablando y entonces me dijo que me fuera
con cajas destempladas”, confesó Rafael, visiblemente abatido.
La familia
del joven estudiante de Arquitectura no ha querido hacer declaraciones a
nuestro periódico. En la nota de prensa que han emitido aseguran que Melchor
les ha dado las explicaciones oportunas: “Nos ha dicho que se había liado y con
eso nos basta”.
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